He tenido varios casos de alumnas que han mostrado empatía hacia los animales y han decidido estudiar la carrera de veterinaria. Dado que los veterinarios son los «médicos de los animales», parece lógico que esta carrera es la más adecuada para trabajar con animales y ayudarles. Nunca he dado, en profundidad, mi opinión sobre esta elección.
Hace tres años escribió a Aula Animal una profesora de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba. Era voluntaria en una protectora y quería asesoramiento para dar charlas en colegios. No veía ninguna contradicción en hablar de respeto animal, mientras experimentaba en perros de raza beagle una vacuna ante la leishmania porque ella «lloraba cuando acababa el estudio y había que sacrificar a los animales».
A esta carrera suelen entrar alumnas con conciencia sobre el maltrato animal y con calificaciones altas durante su periodo en Educación Secundaria. Pero en la carrera de veterinaria no se enseña a respetar a los animales, sino que se presta atención en cómo tratar a los animales para obtener una máxima rentabilidad a un menor coste. Sólo los animales «de compañía» se libran de esta concepción. Aunque, como hemos visto, en ocasiones también son tratados como herramientas de investigación.
Si una alumna, en la carrera, cuestiona la explotación animal, será respondida por sus profesores, muchas veces tratando de ridiculizar su «sensiblería». Algunas universidades, como ocurre en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza, van más allá y se obliga a quien quiera matricularse a firmar un documento en el que se comprometen a no hacer objeción de conciencia ante el uso de animales.
Con este mensaje y esta presión constante durante todo el periodo educativo es comprensible que pocas se han enfrentado a la situación y han conseguido obtener el título sin participar en el uso de animales y por tanto sin renunciar a sus principios. La mayoría se ven forzadas a dejar la carrera. Otros aceptan la situación y participan en ella.
Es comprensible por tanto que sean muchos los veterinarios que trabajan en granjas de producción animal o en mataderos. También es cierto que no es raro encontrar veterinarios que se consideran defensores de los animales, cuelgan en el corcho de su clínica avisos de perros en adopción, fomentan la esterilización o rebajan los precios a las protectoras. Este esfuerzo debe ser valorado. Pero, como ocurre en las facultades de veterinaria, no cuestionan la explotación de todos los animales y admiten que unos merecen más respeto que otros. La consideración que exigen para los perros, no lo piden para los cerdos, las vacas, los peces o los pollos.
Es cierto también que hay veterinarios y veterinarias que sí que han utilizado sus conocimientos para ayudar a todos los animales. Un ejemplo significativo es Coque Fernández, cofundador del santuario Gaia, un lugar donde los animales llamados «de granja» no son tratados como un recurso, sino que constituyen una gran familia formada por animales de distintas especies, incluida la humana.
Como vemos, los destinos de quienes han pasado por las facultades de veterinaria, son muy diversos. Pero casos aislados como el de Coque no dan legitimidad a esta carrera, sino a la propia persona. A pesar de ello, no es raro encontrar veterinarios que -incluso habiendo escuchado las ideas que se transmiten en estas facultades y habiendo visto el trato que se hace hacia los animales- consideran que su título debería ser reconocido como un mérito en el movimiento de defensa animal. No sienten ningún pudor en acudir a centros educativos y colocarse frente a decenas de jóvenes para hablar sobre respeto animal sin informarse sobre el trabajo de filósofas y pensadores que sí han profundizado en los valores de respeto y la igualdad más allá de la especie. Consideran que un título que implica -en la mayoría de los casos- haber participado directamente en prácticas de abuso animal les avala para ello.
Por tanto, antes de comenzar la carrera debes saber que si hay un Grado relacionado con la explotación animal, ese es veterinaria. Debes saber también que negarte a realizar prácticas con animales supone un impedimento serio a la hora de obtener la titulación. Si a pesar de ello lo consigues, cuando hayas acabado la carrera, sí que podrás ayudar a los animales. Es decisión tuya si quieres enfrentarte a estos obstáculos. En cualquier caso, este mundo necesita muchas personas como Coque y otras muchas veterinarias que se han enfrentado a los valores que se transmiten en esta carrera y han fortalecido la idea del respeto animal.