El libro «9 ideas clave. El aprendizaje cooperativo», de Pere Pujolás cuenta cómo en un grupo de alumnos de ocho años en el que había un niño autista -al que llama S- acabaron enriqueciéndose tanto los alumnos «normales», como el alumno autista gracias al enfoque de los maestros. Entre otros ejemplos explica que el resto de alumnos consiguieron comprender qué es la comunicación no verbal:
(…) la reflexión de todos juntos sobre la comunicación, los mensajes, los lenguajes verbales y no verbales, codificados y no codificados con motivo de la presencia de S en su clase no era un estorbo, puesto que formaba parte de los contenidos que los niños del segundo curso del grado elemental debían trabajar y aprender.
El profesor pidió al grupo que reflexionara sobre lo que «decía» S, aunque no hablara. Descubrieron que la comunicación era posible no sólo a través de las palabras, sino también a través de los gestos y de los comportamientos, y se dieron cuenta de que también ellos para «decir» según qué cosas lo hacían como S, y no a través de palabras.
Los comportamientos y los gestos que consideraban que eran «mensajes» los escribían en un mural: gestos, gritos, llantos, sonrisa, caricia, bofestada, arañazo, pellizco, balanceo, canturreo, no mirar… A medida que se apuntaban en el mural y se relacionaban con situaciones, recuerdos y anécdotas protagonizdas por S, y en otros casos por otros niños o niñas, llegaban a la conclusión de que, en esta dimensión comunicativa no verbal, S podía ser considerado un auténtico «parlanchín».
Esta visión inclusiva de los niños «diferentes» puede ser perféctamente aplicada a los animales «diferentes» (no humanos). No se propone meter un animal en el aula como recurso didáctico (pues además de la falta de ética supone fortalecer la idea en los alumnos de que los animales son recursos a nuestro servicio), sino hacer ejercicios de otro tipo. Por ejemplo que los niños que viven con animales o que observan animales en el parque expliquen cómo actúan cuando tienen miedo, están contentos, enfadados, cariñosos, etc. O mostrar imágenes a los alumnos y pedirles que digan cómo creen que se sienten y los motivos que les han podido hacerse sentir así.
De ésta forma comprenderán, como ocurrió en la cita de Pujolás, que los animales, aunque no hablan como nosotros, sí que se comunican y tratan de decirnos cosas. Solo tenemos que tratar de comprenderlos y entenderemos lo que nos quieren decir.
¿Qué sienten estos animales? ¿Por qué crees que se sienten así?
Sorpresa, intranquilidad, susto:
Soledad: